viernes, 4 de octubre de 2013

BOLIVIA: A DOS AÑOS DE LA REPRESIÓN EN CHAPARINA



Dos años de Chaparina: la resistencia de la memoria
X Marielle Cauthin

Chaparina es recordada en la memoria de las bolivianas y bolivianos este 25 de septiembre. Se han convocado a al menos una decena de acciones en las principales ciudades de Bolivia y en el territorio indígena TIPNIS para exigir sanción sobre la autoría de la brutal represión a indígenas de la VIII Marcha en defensa del TIPNIS de 2011.
También son dos años de vergüenza para el gobierno de Evo Morales Ayma, que se auto proclama indígena y que hasta el día de hoy niega y esconde a sus ministros y asesores que dieron la orden de intervenir el campamento de indígenas, civiles desarmados, mujeres, hombres, niños y niñas, viejos y abuelas desarmadas, campamento de ollas, de carpas, de ropa vieja, de cartón y de plásticos; campamento de casi 800 indígenas de tierras bajas y tierras altas que por 64 días caminaron para exigir al gobierno anule el proyecto carretero -hasta ahora vigente- que divide en dos su territorio, a favor de las transnacionales del petróleo, del avasallamiento de tierras por productores de hoja de coca ilegal destinada al narcotráfico, de explotadores de madera, y para documentar esto están todos los comunicados y pronunciamientos que el movimiento indígena de la Subcentral TIPNIS, Subcentral Securé, la CIDOB y Conamq han ido emitiendo en estos últimos cuatro años.
Cientos de indígenas dispersados por el monte, vieron destruidas sus pertenencias, fueron gasificados, golpeados con porras y puños, maniatados con cintas adhesivas y amordazados con las mismas cintas, luego ser silenciados, fueron arrestados sin orden alguna, fueron arrastrados y montados a una cadena de buses que tenían la instrucción de dispersarlos. La orden era de Sacha Llorenti, ex ministro de gobierno de Evo Morales.
Fueron secuestrados, mujeres separadas de sus hijas e hijos, niños y niñas esparcidos por el monte, huyendo a los bosques o a los ríos o a las casas cercanas. Fueron confinados, llevados por la noche sin conocer destino, primero a San Borja y ante la resistencia del pueblo al atropello, fueron llevados a Rurrenabaque, donde la población local los liberó.
Bajo la instrucción de las organizaciones indígenas de retomar la marcha, los indígenas se reagruparon y volvieron a iniciar la marcha desde el mismo lugar donde cuatro días antes habían sido víctimas del peor fascismo de Estado visto luego de 2003, cuando 64 hombres y mujeres murieron en la guerra del gas; la peor zozobra vivida luego de las dictaduras militares de los 60, 70 y 80.
Dos años y el proyecto carretero persiste en la agenda del gobierno de Evo Morales; dos años y no hay ningún imputado formal en el proceso por vulneración de derechos humanos y derechos indígenas en el caso Chaparina: dos años y el gobierno mantiene la mentira de que no existió ninguna orden de intervención pese a haber desplazado a casi 600 policías a rodear el campamento indígena, castigando a los marchistas sin agua, alimentos y medicamentos, y casi ninguna ayuda humanitaris,  por casi dos semanas, previas a la represión.
Para ardor del gobierno no son solo los indígenas que recuerdan estos hechos y las caras de los culpables; son mujeres del campo, mujeres de la ciudad, mujeres estudiantes, hombres comerciantes, músicos, pintoras, cantores y cantoras, activistas, literatas, periodistas, radialistas, redes independientes, apartidarias, grupos alternativos, abuelos y abuelas, que ahora han visto la verdadera cara del Estado antiindígena.
Ardor también para la derecha, la que como ave que rapiña quiere alimentarse del sufrimiento del pueblo indígena, la misma derecha que está inserta dentro del gobierno y la de los partidos neoliberales tradicionales, que está dentro las organizaciones como los comités cívicos; ardor porque ni MNR, ni ADN, ni MIR, ni UN, ni MSM, ni el mismo MAS pueden apropiarse ni negar un antes y un después del 25 de septiembre. Cuando la violencia del capitalismo extractivista dio como fruto la inmortalidad de la de la lucha y de la resistencia que el movimiento indígena, de los hombres y mujeres de base, de los hombres y mujeres de río que habitan el territorio indígena Isiboro Securé, TIPNIS.
A lo largo de este texto usted, hermana y compañero, ha ido viendo una serie de carteles que denuncian dos años de Chaparina, carteles diseñados por activistas, por individualidades, por organizaciones independientes, por organizaciones indígenas, por sindicatos, por las mujeres y hombres que creen en la autodeterminación de los pueblos indígenas, que creen en la defensa del TIPNIS y en la lucha de los y las indígenas que lo habitan, que condenan la violencia de Estado, el abuso de poder, los privilegios de los impunes, el pisoteo de la dignidad indígena. Esta es la resistencia de la memoria.

Fuente: Territorios en Resistencia

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